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Jesús en su casa

 
Llegado el día de reposo les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y muchos, oyéndole, se admiraban y decían:
 
¿De dónde tiene este estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es este el carpintero, hijo del carpintero, no se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas, no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene este todas estas cosas?
 
Y se escandalizaban de Él. Pero Jesús les dijo:

No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y entre sus parientes, y en su casa”.

No pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos, asombrado de la incredulidad de ellos. Recorría todas las ciudades y las aldeas de alrededor, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”. (Mt.9:35-38/13:53-58 - Mr. 6.1-6:).

Esto parece muy fuerte, pero real: “No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y entre sus parientes, y en su casa”. Jesús especifica bien hablado de su círculo íntimo, su aldea, sus padres y sus hermanos y hermanas. Los mismos que cuando lo acusaron de estar “loco”, en esos tiempos era “tener demonio”:

Respondieron entonces los judíos, y le dijeron:
¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?” (Juan 8:48).
 
Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan. Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían:

Está fuera de sí
”. 
(Marcos 3:21)

y:

"Mientras él aún hablaba a la gente, vienen sus hermanos y su madre, le querían hablar. Quedándose afuera, no podían llegar hasta él por causa de la multitud y enviaron a llamarle; de la gente que estaba sentada alrededor, uno le avisó diciendo:
 He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, te buscan. Quieren verte y te quieren hablar”.
Él entonces les respondió al que le decía esto diciendo:
 ¿Quién es mi madre y mis hermanos?”.
Mirando y extendiendo su mano hacia sus discípulos que estaban sentados alrededor de él, dijo:    
He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios; oye su  palabra, y la hace; ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.” (Mt. 12:46-50 - Mr. 3:31-35 - Lc. 8:19-21).

Empezando por José y María, sus padres, que habían recibido visión y palabra de ángeles, sus tíos Zacarías y Elisabet, sus hermanos y hermanas, siendo testigos de su sabiduría continua cada día de su vida diaria con Él.
Siguiendo por sus vecinos y parientes que lo oían en la sinagoga cuando de ya muy joven hablaba asombrando a todos: “¿De dónde tiene este estas cosas?”.
 
Luego en el tiempo del censo en su viaje en Jerusalén: No es coincidencia, se dice que tenía doce años, para los judíos, tiempo de su “bar-mitzvá”. Celebración en la cual un hombre se consideraba “adulto” y tenía que leer las escrituras en la congregación y ser confirmado en su conocimiento de ellas.
 
Por esto se quedó estos tres días allí, probablemente de continuo, cautivando la atención de una gran asistencia por su extrema sabiduría espiritual.

Habrían acudido todos los más reconocidos sabios de la ley, y seguramente Hilel, Shamai, y el joven rabino Gamaliel (luego maestro del que luego fue llamado Pablo de Tarso).
 
Me pregunto por qué sus padres y familiares (incluyendo sus tíos), que estaban haciendo fuera, del lugar en vez de estar oyendo a su hijo, al cual evidentemente habían acompañado en esa importante etapa de su vida.
 
¿Paseando por Jerusalén haciendo “turismo”? ¿Qué más sería para olvidarse de Jesús volviendo a su aldea y teniendo que volver corriendo a buscarle?

En su nacimiento acudieron a honrar y admirar el niño-Rey, unos pastores avisados por tremenda revelación de ángeles. Unos supuestos “paganos” magos de oriente, avisados por su “estrella” (¿no la buscarían?). Y también los piadosos Simón y Ana, profetizando.
 
No era esto suficientes para hacer más que confirmar todo lo anterior, que, se ha de admitir, humanamente era difícil concebir. Pero sus familiares solo eran asistentes, y tristemente no participantes activos en todo esto. Como lo dije esto es muy “fuerte” pero es realidad. Dijo Jesús:
 “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos”.
También Juan Bautista, su primo que tuvo conocimiento por sus familiares de todo lo ocurrido, por sus padres, mando a sus discípulos a preguntarle si era el mesías o tenían que esperar a otro.
 
De doce discípulos escogidos especialmente, solamente tres estaban realmente cerca de Él: Pedro, Jacobo y Juan; le acompañaban en eventos muy especiales, como la transfiguración, la sanidad de la niña del principal de la sinagoga “talita kumi”. Curiosamente en estos eventos mando a estos tres que no dijeran nada a nadie de lo sucedido hasta después de su resurrección.
 
Ojo, nadie se equivoque, en todo esto no me coloco, ni nadie tendría que hacerlo, en posición de juez. Bastante tenemos que aprender de estas situaciones, y hacer una introspección personal, siempre benéfica espiritualmente.

Vemos en el recorrido de Jesús mucha gente que le sigue, pero pocos que realmente vivían sus Palabras. No es que fueran especiales sobre los demás, esto sería, poner en cuestión la justicia del Maestro y de Su Padre.
 
Esto es lo que Él siempre decía: “el que tiene oídos para oír y ojos para ver”. Esto no se consigue por favor especial divino, sino que es dado a todos los que lo buscan y lo piden. Tristemente, muy pocos.
 
Luego se cita en Hebreos once, gente de esas características, los famosos “héroes de la fe”. Me pregunto: ¿qué es un héroe? Es una persona que el algún momento tiene cierto grado de “inconsciencia” para meterse en una situación que requiere “tirarse al agua” cuando otros no lo harían por instinto de conservación.

Allí tenemos a Pedro (como muchas veces) metiendo el pie fuera de la barca para caminar en un medio líquido; diciendo “tú eres el Hijo del Altísimo” cuando tal vez Juan y Jacobo no se atrevieron a decirlo.
 
Adelantándose a declarar “moriré contigo” (y luego todos los demás siguiéndole igual, pero ninguno entró arriesgándose en el patio del sumo sacerdote siguiendo a Jesús. Ni siquiera Juan, que le hizo entrar. El "discípulo amado", se quedó mirando de lejos).
 
Por esto Pedro fue el que fue. El tipo de la Roca, el Reflejo del Maestro. El hombre rudo, sin “cultura” pero tremendamente voluntario. Luego dejó asombrados a todos por su elocuencia y sabiduría, y no dudo al fin entregar su vida como Jesús.

¿Seremos estos voluntarios “héroes de la fe”? Eso depende de cada uno. Todos pueden ser llamados, pero no todos escogidos. No por privilegio, sino por actitud, pura elección personal.



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