Cuando nosotros consideramos algo "bueno" quiere decir que es "válido en su aptitud de uso", y esto implica dos partes: un origen y un destino: bueno "para". Por ejemplo: Bueno "para" comer:
"Y El Eterno Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer" (génesis 2:9).
"Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer" (Génesis 3:6).
Si no hay seres para disfrutarlo lo que hay en Edén y su huerto, entonces no sirve para nada.
Con esto quiero decir que cuando Dios hace todo lo que hace siempre tiene una razón, un plan, y siempre su finalidad es el bien. En ese caso la meta es el ser humano. Todo lo que crea, es en finalidad para el hombre.
Por esto era tan desastroso atribuir el conocimiento del "bien y del mal" al hombre en su estado primitivo porque no estaba todavía preparado para manejarlo. Solo Dios puede controlar ese conocimiento, por solo Él es Perfecto.
Entonces, ¿por qué El "puso" aquella puerta, el "árbol", en "medio" del huerto?
Cuantas reflexiones hay hacia este hecho… Pero de principio no se nos ocurre considerar que la acción creativa de Dios no se parece en nada a la nuestra. El "crear" del Ser Supremo es "producir desde sí mismo".
Él, se presenta en Cristo como "Padre", y esto es una novedad antes escondida. En ello, revela su cualidad generativa. El malinterpretado nombre "génesis" del primer libro de la Biblia, no es "comienzo" sino "principio", "fundamento". Es tremendamente revelador de Su Ser.
Sin de ninguna manera menguar su supremacía, se puede afirmar que lo "generado" por Dios, como una forma de explicarlo, es un "paquete". Un conjunto indivisible de su Naturaleza.
El producir el "huerto" (lugar de encuentro íntimo, y privilegiado) implica la presencia de los dos "árboles" (puertas) "en medio" (esto no es "en el centro"). No fue de ninguna manera una maniobra de Dios, para tentar al hombre, sabiendo que no iba a escapar de una situación inexorable, sino que no podía ser de otra manera.
“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie” (Sant. 1:13)
y:
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Jn. 1:5).
No hay "tinieblas" ni "mal" en Dios, sino que todo lo que genera, no puede ser igual a Él. Puede ser semejante, reflejo, (imagen), pero no es Él. Por lo tanto, lo que crea, se corromperá, en parte, a su contacto con la dimensión creada (externa a Él).
Muy importante es ese concepto, porque esto nos dirige a considerar la Incorruptibilidad del Hijo: porque no es "creado" sino "generado". Es único:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho…
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad…
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Jn. 1:1-3, 14, 18).
Y:
“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Porque en él fueron creadas todas las cosas… todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Col. 1:15).
Y:
“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder…” (He. 1:2-3).
Tenemos que entenderlo muy bien, porque es la base de una comprensión sana de Dios como Padre.
Un hijo nunca es una "clon" de su padre, de la misma manera Dios no se puede "clonar".
Por esto da Dios esa revelación a Israel en Deuteronomio 6:4:
"Oye, Israel: El Eterno nuestro Dios, El Eterno uno (único) es."
Abro un paréntesis: cierto rechazo de Cristo y del Espíritu Santo como partes de Dios es debido a esa confusión, no es uno "numérico", sino único, unido.
Nos ayuda en nuestra relación con Padre, indagar estos pasajes a la luz del Espíritu, y meditar acerca de la posición “primitiva” del hombre con su Creador.
Aunque en lo absoluto este era totalmente dependiente de Dios, esa posición no solamente no le agraviaba, sino que lo disfrutaba. Realmente tenía a la vez “independencia”, tal como la tenía Dios con él.
Esto es muy difícil de entender mentalmente, la experiencia espiritual es el único camino para ello.
Libertad…
Nada que ver con el concepto de independencia que hubo después de la caída, y subsiste así hoy. La verdadera libertad mutua en Edén era de respeto y amor tan profundos, y limpios de todo egoísmo entre ambos, que nos costará mucho entenderla y recuperarla en Cristo.
Sin embargo, es posible, y es la meta: salir del concepto oscuro de “libertad” de sistema, basado en un aprovechamiento unilateral, exigencias sin compromiso, derecho sin obligación ninguna.
Solamente el Padre Perfecto nos puede infundir un concepto de Libertad sano.
Esto se hizo en Cristo:
"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." (Juan 8:32).
Todos los conceptos de Libertad del padre se han revelado en Cristo, porque Él, es la Verdad.
Solamente sus Palabras nos pueden guiar a una comprensión de lo que es Libertad: es un sistema en oposición total al sistema natural, es un pilar del Reino de Dios.
Es bastante poderoso para cambiar la faz del mundo que conocemos, porque va en contra de todo individualismo pero preservando el individuo.
Todo el Plan de Dios es redimir la creación corrompida por la incapacidad primitiva del ser humano, en internalizar el conocimiento de bien y mal:
Un ser nuevo en el Mesías Jesús:
"Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios." (Juan 3:3).
Dice "ver" (ὁράω: joráo) no "entrar".
Es un concepto de entendimiento, de cambio de mente:
"Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo." (1 Co. 2:16:).
Nos tenemos que apropiar la Mente Mesiánica y desechar la vieja mente de Adán que tuvimos al nacer.
Esta incapacidad primitiva se debe a la caída, pero creo que el Plan original se habría cumplido sin ella también. El hombre finalmente habría adquirido el conocimiento del bien y del mal a través de su relación con Dios, sin que la humanidad tuviera que pasar por todos sus sufrimientos (y la creación) resultantes de la caída.
En ese mundo todos claman por "libertad" e "independencia", y esto es lícito, porque Dios la quiere dar, aunque están totalmente confundidos en cuanto a su significado.
Es imposible entenderlo con una mente corrupta por el estado de error del hombre separado de Dios: En seguida, esas codiciadas "libertad" e "independencia", son cautivadas por su egocentrismo e individualismo.
Todos sueñan con sociedades, "estados de derecho" e intentan aplicarlo, pero los gobiernos solamente producen parches y todo se descontrola, porque en el fondo nadie está dispuesto a perder la mínima parte de lo suyo.
Cada vez menos gente está dispuesta a cumplir con obligaciones, porque esa medida de derecho que se les ha dado no le corresponde.
El compromiso asusta, y el miedo a perder un mínimo de su "libertad" les abruma. Muy bien se ve el opuesto a aquello en el famoso pasaje de Hechos 4:32:
"Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio, nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común."
Esto bien nos recordaría a cierta doctrina política del siglo pasado, que en sí misma no está errada, incluso podemos ver sus bases en la ley de Moisés.
No es extraño que sus autores fueran de origen hebreo y sus doctrinas estuvieran influenciadas por la Torá, e incluso por los evangelios.
Sin embargo, la falta de redención en Cristo produjo "elucubraciones políticas y filosóficas" que tenían más su origen en la envidia, de unas clases sociales hacia otras.
Vemos perfectamente este rasgo en un pasaje de Lucas 12:13-15:
"Alguien de la multitud le dijo a Jesús:
"Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia".
Jesús le respondió:
"Hombre, ¿quién me ha puesto a mí como juez o repartidor entre vosotros?
Y les dijo:
"Guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posee…"
Pero en última instancia, todo esto no es más que una reacción a la avaricia del ser humano, que acapara y amontona riquezas en cuanto tiene la oportunidad.
Evidentemente, solo puede ocurrir un cambio por una mente y corazón renovados. No quiero ser profeta de malas noticias, pero si en todas la capas de la sociedad, no se aplican los conceptos mesiánicos, además, con mente renovada en Cristo, no hay solución ninguna y todo buen comienzo termina en corrupción.
Muchos intentan convencer de que sus filosofías, políticas, doctrinas, son válidas para la humanidad. Pero fracasan estrepitosamente tarde o temprano.
Solo puede ser con intervención "sobrenatural" desde la dimensión "celestial" uniéndose con el Creador por medio de la única puerta existente: Jesucristo.
No en religiones sean las que sean, sino por la Buena Nueva que Él dio a través de Jesús, El Cristo: El Padre amó desde el Principio y para siempre a su creación y espera ansiosamente que la humanidad use La Puerta, para retornar a Él.