“Entonces el Eterno Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.Y el Eterno Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.Y el Eterno Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos.El nombre del uno era Pisón; este es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro;y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice.El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus.Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates. Tomó, pues, el Eterno Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.Y mandó el Eterno Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.Y dijo el Eterno Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.” (Génesis 2:7-18).
Edén es un lugar geográfico cuyo huerto está situado al este y además regado por un río que luego se separa en cuatro brazos. Todo esto da la idea que Edén no es toda la tierra, sino una región de esta, situada en oriente (se cita asiria y el río Éufrates actualmente a su oeste). El huerto era un lugar especial, donde Dios se manifestaba y comunicaba con el hombre y le proveía comida vegetal. Dios lo puso allí después de moldearlo de la tierra, por lo tanto, lo hizo fuera del huerto: “Y lo sacó el Eterno del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.” (Gen. 3:23).
Digo vegetal porque ni el hombre ni los animales comían carne: “Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.” (Gen. 1:30). Si comparamos esta estructura, con un lugar donde Dios tiene encuentro con el hombre, podemos compararlo al tabernáculo cuyo diseño fue dado a Moisés y luego sobre el mismo diseño al templo de Jerusalén: La tierra, Edén, y el huerto.
Posiblemente, Adán y Eva no vivían permanentemente en el huerto, que era lugar de encuentro con Dios y de comida. ¿Espiritual? Si no fuera: en Edén: “Tomó, pues, El Eterno Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo administrase y lo cuidase. Y mandó El Eterno Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;" (Génesis 2:15). En ese pasaje he cambiado la traducción de las palabras “labrar” y “guardar” por las que son más exactas en del texto original:
La palabra “administrar” he elegido, porque es עָבַד (abád), constituido de las letras Ayin, Bet, y Dalet. Las letras hebras representan todas un simbolismo. Respectivamente, podríamos considerar que es: ojo - casa - puerta o afinando más: percepción - construcción - transición. Se puede entender que el huerto era un lugar de educación para el hombre, hacia otra etapa. Vemos como Dios Padre se manifiesta, y es dinámico, no era el estado de Adán definitivo: tenía que hacer transición hacia un estado más maduro, yo creo personalmente es el estado en el cual se tiene que reanudar con Cristo.
También vemos que Dios consideraba que el hombre estaba “solo": Y dijo El Eterno Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.” Nos preguntaremos ¿Cómo es que el hombre estaba solo, ya que estaba en compañía de Dios?: Génesis 3:8 dice “Y oyeron la voz del Eterno Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día”. Así que Dios hablaba o cantaba continuamente, y al verso siguiente dice: “Más El Eterno Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? " así que había un intercambio continuo entre ellos y Dios buscaba el hombre. Cristo es el que estaba en el huerto, porque es la imagen del Padre que mora en la dimensión “increada”, en la dimensión creada (el cielo) mora Cristo:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Isaías 9:6-7).
La terminología “Padre Eterno” implica “eternidad” y si no hay un concepto de dimensión finita, no puede haber “eternidad” porque no se puede conceptuar sin una referencia de principio y de no-fin. Cristo es el alfa y la omega: principio y fin. Él representa ese modelo del Creador dentro de la dimensión de “tiempo” (kronos) que es también parte de la creación. Hay que considerar que lo que se denomina “cielo” es parte de la creación, pero no se sabe bien cómo se desarrolla allí el concepto temporal.
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” (Juan 1:18). Así que el único a poder acceder al Padre en la dimensión “no creada” es Cristo. El Padre no es “Padre Eterno” es “Padre” no hay tiempo ni espacio para Él, ninguna dimensión, no se puede entender con nuestra mente finita.
Personalmente, no sé si se logrará en la “eternidad” un cambio en el conocimiento y contacto con Padre, o siempre estaremos en esa dimensión fija (aunque muchísima más amplia que la terrenal). Quiero decir que creo que como siempre todo en Dios es dinámico, podríamos intuir que aun en la presencia eterna de Cristo, “evolucionaremos” a su imagen. No creo desvariar, considerando que nuestra mente terrenal nos limita bastante a conceptos estáticos, que son resultado de la caída.
Para volver al huerto de Edén, donde Cristo hablaba con el hombre continuamente, tal como lo hacía en la persona de Jesús de Nazaret, que pasó la mayoría de su tiempo en la tierra en enseñar. Su Amor tremendo para ese hombre, iba hasta no querer “agobiarlo” con tanta enseñanza, por eso le dejaba espacio y libertad. Le dejaba apartarse, tener “intimidad” fuera del huerto. ¡Que maravilloso Padre tenemos!
Así fue como Dios vio que estaba solo en esos espacios de tiempo. No tenía a nadie para compartir las maravillas que veía alrededor suyo, y las que Padre le enseñaba. Tenía los animales para compañía, pero como el hombre es a la imagen de Dios, también necesita estar en sintonía, hablar con alguien. Y esto es lo que hizo con la mujer, que además fue “concebida” del hombre, tenía sus mismas características, siendo la idónea para entenderlo, apoyarlo y cuidarse uno al otro. ¡Que diferencia con las relaciones conyugales que conocemos! Los dijo Jesús:
“Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; más al principio no fue así”
“Al principio” no es “al inicio” (mal traducido como en génesis 1:1) es “un principio” una manera de funcionar. Lo siento para los que buscan continuamente el “compañero ideal” la “media naranja” pero todo es tema de disposición “en principio” el hombre y la mujer son idóneos uno para el otro. Si los dos entienden ese concepto ya no tienen que buscar…
Volvamos otra vez al Edén: Cuando Caín mata a Abel, es maldito por derramar sangre en la tierra, y es echado de Edén, que él denomina dos veces como “la tierra”: “Y dijo Caín al Eterno: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra” (Gen.4-13) evidentemente no habla de la misma “tierra” son dos lugares, es echado del primero, y errante en el segundo: la primera es Edén, la segunda, la que conocemos como nuestro ámbito natural.
Es errante, ya que la maldición “Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra.” (Gen. 4:11-12). Le priva del rendimiento de la tierra por la sangre derramada en ella, la primera sangre por asesinato de la humanidad. Esto es muy distinto de la consecuencia de la desobediencia de Adán y Eva, que ya no tienen acceso al huerto, pero sí de momento siguen en Edén:
Edén es un lugar geográfico cuyo huerto está situado al este y además regado por un río que luego se separa en cuatro brazos. Todo esto da la idea que Edén no es toda la tierra, sino una región de esta, situada en oriente (se cita asiria y el río Éufrates actualmente a su oeste). El huerto era un lugar especial, donde Dios se manifestaba y comunicaba con el hombre y le proveía comida vegetal. Dios lo puso allí después de moldearlo de la tierra, por lo tanto, lo hizo fuera del huerto: “Y lo sacó el Eterno del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.” (Gen. 3:23).
Digo vegetal porque ni el hombre ni los animales comían carne: “Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.” (Gen. 1:30). Si comparamos esta estructura, con un lugar donde Dios tiene encuentro con el hombre, podemos compararlo al tabernáculo cuyo diseño fue dado a Moisés y luego sobre el mismo diseño al templo de Jerusalén: La tierra, Edén, y el huerto.
Posiblemente, Adán y Eva no vivían permanentemente en el huerto, que era lugar de encuentro con Dios y de comida. ¿Espiritual? Si no fuera: en Edén: “Tomó, pues, El Eterno Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo administrase y lo cuidase. Y mandó El Eterno Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;" (Génesis 2:15). En ese pasaje he cambiado la traducción de las palabras “labrar” y “guardar” por las que son más exactas en del texto original:
La palabra “administrar” he elegido, porque es עָבַד (abád), constituido de las letras Ayin, Bet, y Dalet. Las letras hebras representan todas un simbolismo. Respectivamente, podríamos considerar que es: ojo - casa - puerta o afinando más: percepción - construcción - transición. Se puede entender que el huerto era un lugar de educación para el hombre, hacia otra etapa. Vemos como Dios Padre se manifiesta, y es dinámico, no era el estado de Adán definitivo: tenía que hacer transición hacia un estado más maduro, yo creo personalmente es el estado en el cual se tiene que reanudar con Cristo.
También vemos que Dios consideraba que el hombre estaba “solo": Y dijo El Eterno Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.” Nos preguntaremos ¿Cómo es que el hombre estaba solo, ya que estaba en compañía de Dios?: Génesis 3:8 dice “Y oyeron la voz del Eterno Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día”. Así que Dios hablaba o cantaba continuamente, y al verso siguiente dice: “Más El Eterno Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? " así que había un intercambio continuo entre ellos y Dios buscaba el hombre. Cristo es el que estaba en el huerto, porque es la imagen del Padre que mora en la dimensión “increada”, en la dimensión creada (el cielo) mora Cristo:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Isaías 9:6-7).
La terminología “Padre Eterno” implica “eternidad” y si no hay un concepto de dimensión finita, no puede haber “eternidad” porque no se puede conceptuar sin una referencia de principio y de no-fin. Cristo es el alfa y la omega: principio y fin. Él representa ese modelo del Creador dentro de la dimensión de “tiempo” (kronos) que es también parte de la creación. Hay que considerar que lo que se denomina “cielo” es parte de la creación, pero no se sabe bien cómo se desarrolla allí el concepto temporal.
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” (Juan 1:18). Así que el único a poder acceder al Padre en la dimensión “no creada” es Cristo. El Padre no es “Padre Eterno” es “Padre” no hay tiempo ni espacio para Él, ninguna dimensión, no se puede entender con nuestra mente finita.
Personalmente, no sé si se logrará en la “eternidad” un cambio en el conocimiento y contacto con Padre, o siempre estaremos en esa dimensión fija (aunque muchísima más amplia que la terrenal). Quiero decir que creo que como siempre todo en Dios es dinámico, podríamos intuir que aun en la presencia eterna de Cristo, “evolucionaremos” a su imagen. No creo desvariar, considerando que nuestra mente terrenal nos limita bastante a conceptos estáticos, que son resultado de la caída.
Para volver al huerto de Edén, donde Cristo hablaba con el hombre continuamente, tal como lo hacía en la persona de Jesús de Nazaret, que pasó la mayoría de su tiempo en la tierra en enseñar. Su Amor tremendo para ese hombre, iba hasta no querer “agobiarlo” con tanta enseñanza, por eso le dejaba espacio y libertad. Le dejaba apartarse, tener “intimidad” fuera del huerto. ¡Que maravilloso Padre tenemos!
Así fue como Dios vio que estaba solo en esos espacios de tiempo. No tenía a nadie para compartir las maravillas que veía alrededor suyo, y las que Padre le enseñaba. Tenía los animales para compañía, pero como el hombre es a la imagen de Dios, también necesita estar en sintonía, hablar con alguien. Y esto es lo que hizo con la mujer, que además fue “concebida” del hombre, tenía sus mismas características, siendo la idónea para entenderlo, apoyarlo y cuidarse uno al otro. ¡Que diferencia con las relaciones conyugales que conocemos! Los dijo Jesús:
“Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; más al principio no fue así”
“Al principio” no es “al inicio” (mal traducido como en génesis 1:1) es “un principio” una manera de funcionar. Lo siento para los que buscan continuamente el “compañero ideal” la “media naranja” pero todo es tema de disposición “en principio” el hombre y la mujer son idóneos uno para el otro. Si los dos entienden ese concepto ya no tienen que buscar…
Volvamos otra vez al Edén: Cuando Caín mata a Abel, es maldito por derramar sangre en la tierra, y es echado de Edén, que él denomina dos veces como “la tierra”: “Y dijo Caín al Eterno: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra” (Gen.4-13) evidentemente no habla de la misma “tierra” son dos lugares, es echado del primero, y errante en el segundo: la primera es Edén, la segunda, la que conocemos como nuestro ámbito natural.
Es errante, ya que la maldición “Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra.” (Gen. 4:11-12). Le priva del rendimiento de la tierra por la sangre derramada en ella, la primera sangre por asesinato de la humanidad. Esto es muy distinto de la consecuencia de la desobediencia de Adán y Eva, que ya no tienen acceso al huerto, pero sí de momento siguen en Edén:
“Y
al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste
del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la
tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu
vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el
sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque
de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” (Génesis 3:17-19).
Los
términos espinos y cardos, en el original, dan idea de separación,
cortar de lo anterior, muestra enemistad entre la creación y el hombre
por haber sido maldita por su conducta (lo que sigue hoy, el hombre
violenta la creación por sustraer su beneficio). Pero vemos que no
derraman sangre de animales para comerlos todavía, y menos aún de
hombres por la causa que sea. Esto es característica de Caín, tal como
se hace en nuestros días. A pesar de estar en estado de pecado original
(separación de Dios), no han entrado en su máxima expresión que es el
derramar sangre, tanto en su forma física, como espiritual. Esto no lo
comentaré aquí, pero existe: “Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.”(1 Juan 3:15).
No
estaban en estado de odio y rencor que posee hoy el ser humano
infectado por la iniquidad criminal. Forman entonces dos pueblos
distintos con el nacimiento de Set: “Y
conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su
nombre Set, porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar
de Abel, a quien mató Caín. Y a Set también le nació un hijo, y llamó su
nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre del Eterno” (Gen. 4:25-26). Los hijos de Set, y los hijos de
Caín. Los hijos de Set comenzaron después de un tiempo a invocar el
nombre de Dios, porque la separación espiritual ya les hizo perder el
contacto permanente con el Creador, que se tenía que mantener de manera externa, tal como lo tienen que hacer hasta que venga Cristo.
Hablo de dos pueblos, Set y Caín, pero esto es hasta que los dos empiezan a mezclarse. Personalmente, veo esto en Gen. 6:1-4:
“Aconteció
que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la
tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas
de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre
todas. Y dijo el Eterno: No contenderá mi espíritu con el hombre para
siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento
veinte años. Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también
después que se llegaron los hijos de Dios (generación de Set) a las
hijas de los hombres, (generación de Caín) y les engendraron hijos.
Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de
renombre.”
Algunos
han visto ese pasaje como una relación de ángeles (hijos de Dios) con
hombres que dieron lugar a semis-dioses, pero es más mitología griega
que revelación espiritual. Aunque se considere esa relación entre
ángeles caídos y humanos, de manera espiritual y no carnal, lo que sería
más aceptable, ya que los seres angelicales son espíritus y no tienen
sexo, ni pueden alterar el principio de procreación que está solo en las
manos de Dios. Sería otorgarles un poder más allá de su capacidad, puesto que cada nacimiento de un ser humano es un proceso de única capacidad
divina, aunque se produzca en un proceso biológico, su origen profundo
es divino. Y este proceso es característica (imagen) de Dios en el
hombre, lo que las tinieblas siempre envidiaron, porque fue puesto en
los "hijos" humanos, y no en los "celestiales". Los humanos son
privilegiados en poder "reproducirse".
Atribuir
esta capacidad a ángeles caídos, no solo es un error, sino que casi diría
una alabanza a su lugar; darles un predominio que anhelan, pero nunca
alcanzarán. Fíjense si los hombres tienen ansia de manipular la
genética, y "crear" vida fuera de los medios naturales. ¡Si ya lo tienen
por naturaleza! Pero hacerlo, como lo establece el Creador, les produce a
la mente caída una dependencia que no acepta.
Esto
les viene directamente de influencia mental tenebrosa: "si no lo
tenemos, tampoco te dejaremos a ti" Satanás aborrece lo que no le ha
sido atribuido: procrear, crear una familia procreadora; entonces se lo
quiere quitar al hombre con mucho afán.
Por
esto quiere corromper la relación sexual, sentimental, y social sana en
la mente de las parejas humanas, y sobre todo fuera del entorno
familiar establecido por Dios, a la imagen de como Él es. Hasta ha
influenciado a productores de películas oscuras, para mostrar
mentirosamente como él procrea físicamente "hijos" con mujeres humanas.
Realmente no le es necesario, porque ya llega a subyugar a personas
mentalmente, y hasta en casos llegar a hacerse con el control total de
su ser.
¿No decía Jesús "vuestro padre, el diablo"
a aquellos fariseos? ¿Acaso tuvieron necesidad de ser engendrados por
demonios físicamente para tener mentes y conductas tenebrosas? Pero por
su envidia esto no le satisface.
Si
los hijos de Set fueron proscritos del maravilloso huerto, y así de
comunión directa con Dios, no se encontraban todavía en el estado
criminal de Caín, cuya iniquidad se iba transmitiendo a toda su
descendencia, y vemos en Génesis 5 y 6 como su estado de maldad va
empeorando con las generaciones. La catástrofe fue cuando los hijos de
Set, empezaron a mezclarse con los de Caín, tomando mujeres de ellas, y
haciendo entrar la iniquidad del derrame de sangre en sus generaciones.
Por
esto hay dos genealogías, la de Set y la de Caín. La de Set da
nacimiento a Enoc, que demostró que el hombre podía a pesar de su
separación de Dios llegar a unirse con El de nuevo: “Y
fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó,
pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.” (Gen. 5:23-24). Fue arrebatado porque se reconcilió con él.
¿Pero
cómo fue posible esto si era proscrito de su presencia?: Porque no
había derramado sangre. El asesinato solo puede ser redimido por Dios a
través de otro derramamiento de sangre aprobado por Él. Así llegamos a
los sacrificios dictados para redención para Israel y finalmente al gran
sacrificio de Jesucristo que impregnó la tierra de su sangre y anuló la
iniquidad que resulta del crimen de Caín y se propagó a sus
generaciones.
Tristemente,
a pesar de borrar las generaciones de Caín de la tierra por el diluvio,
y volver a empezar con uno (Noé) de generación sin sangre derramada,
sus descendientes volvieron a derramar sangre y otra vez cayendo otra
vez irremediablemente en maldad extrema. Pero en el corazón del Padre ya
estaba preparado Cristo, por eso promete no volver a borrar el hombre
de la creación, porque tenía un plan perfecto.
Por
todo esto, Dios prohibió al pueblo de Israel la mezcla con otros
pueblos, pero la naturaleza caída toma siempre la delantera, y la ley no
es bastante poderosa para cambiarla, solo el poder de la Sangre de
Cristo puede con la iniquidad, para siempre y para todo ser humano que
la acepte.
Tan
grande es la maldición por el derramamiento de sangre, (asesinato), que
la creación se vuelve contra sus moradores. Generaciones de personas se
ven afectadas por esa herencia de iniquidad de sus antepasados. Y aún
más en nuestra época, en la cual el asesinato en masa de niños por
aborto, cuál sea sus razones que puedan parecer humanamente
justificables, está trayendo maldición sobre las naciones, y la creación
se vuelve contra ellas en muchas formas, la principal es la de Caín: la
tierra no da su fuerza. Necesitamos cuantos artificios, y técnicas para
intentar sustraer algo que no tendremos de ninguna manera eficiente. La
desesperación por arrancar un beneficio que nos es negado, lleva a una
cadena de malas actuaciones, avaricia, egoísmo, aprovechamiento sin
límite.
La
generación de Caín, ya no es gente, sino que es parte de todo hombre que
nace en la tierra, puede que a niveles diferentes según las
generaciones, pero allí está con todas sus características. Creo
sinceramente que hay necesidad imperativa de levantarse el pueblo de
Dios en poder de intercesión en esa guerra de las tinieblas contra el
hombre, ya que al ritmo que vamos en todas las naciones, superará el
derramamiento de sangre por asesinato de cualquier guerra que pueda
haber.
Aquí ya están las consecuencias...