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La sinfonía del Reino

Personalmente me fascina ver orquestas sinfónicas, digo sinfónicas porque son más representativas por
la cantidad de ejecutantes presentes.

La orquesta y su dirigente, es una imagen impactante de lo que es el Reino de Dios. La gente no percibe casi la presencia del maestro, porque realmente es el que organiza, estructura, y da una identidad al mensaje musical que el conjunto está ejecutando, Sin el, una orquesta es incapaz de sincronizarse perfectamente para que la sinfonía tome su significado.

Cada elemento del conjunto es necesario a la ejecución idónea de la sinfonía y tiene que estar en sintonía con los demás, no solo por su propia percepción sino por la del maestro que dirige. Tiene que tener casi constantemente los ojos fijados en el , sus oídos en el sonido maravilloso que resulta de una ejecución en sintonía adecuada.

Ya se imaginan, Cristo es el Maestro en el cual tenemos que tener los ojos fijados, lo más tiempo posible. Los oyentes no ven el rostro del maestro, porque esta de espalda, solo lo ven los músicos, porque lo necesitan para actuar correctamente, como el mundo no ve a Cristo pero es subyugado por la belleza de la sinfonía que el Padre: el compositor; ha escrito. Pero al fin del concierto, se da la vuelta y todos ven su persona de frente y lo aclaman, delante de la orquesta por su fiel ejecución de la maravillosa sinfonía. 

Todos son uno, en perfecta sintonía, y los oyentes, los que han acudido al concierto, son transportados en otra dimensión donde desaparecen por un tiempo todos sus pensamientos propios, buenos o malos, y flotan en un bienestar indescriptible.

Así como los que acuden a contemplar el reino, son subyugados por la belleza del Padre, revelada por Cristo, que ejecuta su sinfonía dirigiendo el conjunto de sus hijos, a fin de que como dice la Palabra:

 “ Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. ” Revelación (Apocalipsis) 21:4.

Esto no es en una vida futura, allí arriba muy lejos, sino aquí en la tierra, bien el el suelo de un hermoso planeta que nos ha dado el Creador, y que el pecado del hombre desprecia y lastima…

Pero la sinfonía del hermoso Reino, borra todas estas consecuencias, y va poco a poco transformando ese mundo en el Edén perdido, dónde todos pueden tener acceso al Huerto, donde se puede estar en la presencia de Padre Eterno: Cristo.

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.” Revelación (Apocalipsis) 21:5-7.

Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.” Revelación (Apocalipsis) 21:22-24.

La diferencia, es que al final del concierto, no volverán a su lugar, borrándose poco a poco la hermosa sensación de escapar a un mundo oscurecido, sino que quedará definitivamente transformado: 

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar (representa el pecado) ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, (el Reino completado)  descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.” Revelación (Apocalipsis) 21:1-3.

No estoy intentando hacer una exégesis de esas escrituras, ni omitiendo las otras partes, ya que tristemente existe el destino final de los que no quieren entrar en el Reino, y  la revelación total de su significado no está en mis manos. La finalidad de ese texto es proclamar la belleza del Reino de Dios, no asustar con el “infierno”, que demasiado se ha hecho y se sigue haciendo.

Esa sinfonía tiene poder más que suficiente para llevar a todo hombre a Salvación, si uno no entra es porque ha decidido rechazarlo. El proyecto de Dios, es que todos entren, pero su respeto hacia nuestra libertad de decisión está por encima de su deseo.

Entonces intenta por todos los medios seducir el ser humano por la maravillosa música de su Amor Eterno.

¿Querremos salir de la sala?