tierra. Su tarea como Mesías ha sido empezada en el río Jordán cuando dijo a Juan el Bautista:
“tenemos que cumplir toda Justicia (obediencia)”.
Desde allí no tenía ya que madurar y aprender, sino que recibió, porque así lo pidió y lo confirmó cuando se zambulló en las aguas, en sentido espiritual: se sumergió definitivamente en la Palabra, en conceptos espirituales de Luz, y recibió la capacitación final.
Empezó a caminar hacia la Voluntad del Padre Celestial hacía el cumplimiento de lo que sería la Salvación de toda la humanidad. Y como dijo al final: “todo está cumplido”. No hay vuelta atrás.
En El, Jesús El Mesías, pasamos a abandonar el estado del primer Adán, y no tener ya herencia de pecado en aquel que quiso (era libre para esto) elegir el concepto de “bien” y “mal” fuera del Creador, sino que hacemos nuestro su camino para siempre. En el momento que aceptamos esa redención pasamos al estado de libertad previa a la caída del “padre” de la humanidad, y tenemos que elegir, voluntariamente, como Jesús en el río Jordán: “ Ahora haré todo lo que me diga mi Padre”.
Lo interesante es que nos encontramos en la misma posición que originalmente en Adán: es decir sin pecado. Tal como era Jesús de Nazareth a su nacimiento: no engendrado por genealogía humana post-caída; el “Hijo del hombre” como se solía definir. Virtualmente por mucho que no lo consideramos así, es la posición de toda la humanidad a partir de la muerte de Jesús en la cruz.
Cuando la primera gota de su sangre tocó el suelo (ya empezó en el patio romano con el látigo y las espinas clavadas en su cabeza), y terminó con la sangre y el agua de su costado al pie de la cruz, la maldición fue borrada. Y virtualmente, otra vez, los pecados de todo ser humano no pueden serle contado como culpa. Entonces ¿ porque la humanidad sigue como antes ? Aquí la respuesta:
Como escrito encima de su cabeza “ El Rey de los Judíos (Creyentes)”. Es decir: El que gobierna sobre aquellos que aceptan la condición de Hijos de Dios, aunque todavía sean “hijos de hombres”; todo aquel que no acepta ese Gobierno (ojo, es para todo beneficio del que está debajo), no puede beneficiarse, en la creación, de las consecuencias de esa redención, y sigue debajo de la maldición antigua, aunque esta no tenga ya vigencia.
Sigue actuando debajo de sus propios dictados mentales, y no puede acceder a la Paz del Reino Mesiánico, porque para esto hay que “renacer” en ese Reino, y sigue debajo conceptos post-adámicos de bien y de mal. Como estos conceptos no están conectados con la Sabiduría divina, llevan al hombre a cualquier parte, a veces buena, otras mala. Sin obviar que en esa situación la persona está a la merced de influencias del reino de las tinieblas, que intenta siempre manejarla a su antojo.
Aunque hay que decir que el hombre no redimido, no necesita de “ayuda” externa para hacer barbaridades. Pero con esta puede caer en condición mucho peor. Puede llegar al estado de control total de espíritus malignos, que solo el poder divino puede redimir. Pero es fundamental decir que siempre hay una aceptación previa de la persona. Nadie cae en esa condición sin por lo menos haber sido engañado previamente, (como el primer Adán).
Luego hay personas que conocen perfectamente todo lo que estoy exponiendo y eligen voluntariamente servir a las tinieblas, rechazar la redención mesiánica y su Gobierno, y hasta cuando lleguen en la transformación (con la “muerte” física), aunque vean a Dios Cara a cara, su Amor infinito y el acceso a los Cielos, no querrán de ello. Porque como dice Juan (el discípulo) “ Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”.
Ahora tengo que pisar un terreno que por entrar en ello, muchos me crucificarían virtualmente (en otra época podían haberlo hecho materialmente, como ocurrió a muchos Hermanos): Creo, sé perfectamente, y me atrevo a decir: con el apoyo del Espíritu, y sin miedo a cualquier consecuencia, que esa redención no se determina en esa dimensión, sino en la Transformación después de la “muerte” del cuerpo físico. En ese estado final todos tendremos que presentarnos revestidos de nuestros cuerpos espirituales ( como Jesús en la resurrección), en los lugares celestiales, para ser juzgados.
Pero allí todos tendrán el Gran Abogado, Cristo, con el edicto de redención firmado por Su Sangre, Derribado el edicto de muerte espiritual, la “primera muerte” venciéndola, y adquiriendo las llaves del “Hadés”. Cristo dice que el que “cree” en El no “morirá” pero no dice dónde. Dios es Justo y no lo sería si las personas fueran condenadas por ignorancia, personalmente nunca me encajó esta extremización escritural “evangélica”.
Una de las pruebas es que sabemos que no somos condenados por nuestros hechos, sino por la maldición original. El practicar el pecado es consecuencia de ella, no su origen. La condenación estaba en el primer Adán, borrada en el segundo: Jesús el “Cristo”, restringirla en la dimensión terrenal es mermar su Poder. Además ¿ no conocemos personas, amadoras de Maldad, que no renunciarían a ella ni por el Infierno ? No temen a Dios ni a los hombres ni a la muerte.
En el Juicio, aunque también ellos como al resto de la humanidad podrían beneficiarse de la redención de Cristo, pero esto significaría la humillación de reconocer sus hechos malignos, invalidando su conducta, renunciar a ello aceptando la Redención, y vivir en un ámbito de Amor Eterno, que para ellos es insoportable e inaceptable.
¿no hay personas que odian “todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable” como en Filipenses ? ¿no hay personas que viven disfrutando de la desgracia de otros y no dudan en provocarlas, o sueñan hacer daño y producir dolor ? ¿ Pensamos realmente que frente a Cristo renunciaran a ello?
Por esto les está reservado el mismo lugar de destrucción de espíritus, aquel “lago de fuego y azufre la cual es la muerte segunda” junto a los ángeles rebeldes. Allí todos ingresarán voluntariamente porque la otra dimensión no les será ni aceptable ni alcanzable, pero en todo conocimiento de causa. Así es de “Justo” el Creador. Ahora me dirán ¿que de los que creen e ingresan antes de la primera muerte ? Dijo Jesús:
“ En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros”
De alguna manera, elegir a Cristo durante esa vida, tiene unas consecuencias y personalmente creo que es una preparación para la segunda. Y como pregunto Pedro a Jesús:
“ He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?"
Y Jesús les dijo:
“De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros”.
Y también:
“Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos”.
¿Será envidia considerar que muchos, no habiendo trabajado, y soportado el “calor del día” (las exigencias del Reino por sobre la carne), y reciban la segunda vida, sin haber hecho nada para ello durante las horas previas? O nos regocijamos de que sea así con El Padre ?
Entiendo que sea difícil predicar esto, porque se podría pensar que entonces “ comamos y bebamos porque mañana moriremos” y nadie querría sufrir el calor del día. Pero una cosa es no saber, y otra saber y no hacer. Peor es el que dice “no voy” y luego va, que el que dice “voy” y luego no va. Somos libres de prepararnos para algo tan grande que ni siquiera podamos imaginarlo, y esa preparación es únicamente en esa dimensión, aunque creo que nadie sufrirá definitivamente de ello, porque:
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”.
Así que entrarán con lágrimas, pero Padre las enjugará. ¡Gracias a Él!