F

¿Como es nuestra ofrenda?

        Cuando Caín presenta su ofrenda, sin que Dios le haya pedido nada, opera el primer acto religioso de la humanidad.

La religión es el principio de actuación del hombre por su propia voluntad, desechando la autoridad del Creador sobre su vida. Siempre recuerdo un comentario muy justo de un Maestro (lo escribo con mayúscula porque considero que viene de Dios) que comentaba que no es normal no esperar recompensa de Dios en nuestras motivaciones.

Estoy en parte de acuerdo con esto, porque por un lado está el exceso natural del hombre, una falsa humildad típica del espíritu religioso del hombre, pero del otro lado está el genuino espíritu de Cristo que animaba Jesus: El nunca actuaba por interés propio, ni esperaba recibir nada con motivo de necesidad personal. Aún cuando pide al Padre la gloria que tenía antes a su lado:

Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorificame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” (Juan 17:1-5).

Su petición está dirigida al cumplimiento de la Obra del Padre, de su unidad con él, y de su Amor hacia el Hombre.

Si la personalidad de Jesús se va forjando en sus Hijos, entonces esto es parte de esa personalidad. Es normal que deseemos agradar al Padre sin motivo ni expectativas propias, porque además sabemos que siempre recibiremos más de lo que necesitaremos. Recuerdo también que aquel Maestro también dijo que Jesús fue el hombre más feliz de la tierra, y lo creo firmemente, porque la felicidad no está en tener nuestras necesidades colmadas, sino en no tenerlas: Mateo 8:20: “El Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza”. No tenía esta necesidad porque su tarea lo llenaba totalmente, El tenía casa para vivir, lo vemos en muchos pasajes de los evangelios, así no habla de vivienda, sino de descanso del alma.

Jesús era así porque el Padre es así. Dios no hace las cosas por interés propio sino que siempre se extiende hacia fuera, su Amor es su naturaleza, y no tiene otro motivo que ello,así es el motivo de la creación, el de la cruz. No espera nada en cambio, por esto no pidió ninguna ofrenda a Caín y Abel, no la necesitaba, solo quería restaurar la unidad perdida con ellos por la caída, lo que hoy podemos tener en Cristo.

¿Pasaremos al escalón siguiente de la dimensión de Jesús?