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Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento

 Mateo 3:7-8:


Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento

Lo curioso de la frase de Juan-Bautista, es: “frutos dignos de arrepentimiento”.

¿Que quiere decir con “producir frutos de arrepentimiento”? ¿ no es suficiente arrepentirse simplemente ?

Los hipócritas que acudían al bautismo de Juan, era solo por escapar al castigo de Dios por sus pecados, empujados por su consciencia. Esperando ser limpiados y sin intención de tomar una decisión definitiva en cuanto a su vida corrupta.Lo mismo pasó con la escena de la mujer adúltera, sus acusadores movidas sus conciencias por la tremenda autoridad espiritual de Jesús, se tuvieron que marchar, en vez de quedarse a los pies de Jesús para recibir perdón juntamente con la mujer acusada.

Cuando el espíritu Santo viene con convencimiento de pecado sobre alguien tiene solo dos caminos:

o huir lejos o entrar. No olvidemos que el arrepentimiento, en la palabra original es μετάνοια (metánoia): “cambio de mentalidad”.

Esto quiere decir que si nuestra intención es responder al llamado de nuestra conciencia, entonces podemos llegar a un cambio de pensamientos en cuanto a lo que nos llevó en ese punto.

Por ejemplo si acostumbramos mentir, y no nos sentimos nada bien con esto, si empezamos a cerrarle la puerta a esa costumbre, entonces hay posibilidad de un cambio de mentalidad hacia ello, y su erradicación inmediata o progresiva (según los casos ), de nuestra mente.

Pero si no hay real movimiento en intención deshacer esa mentalidad de mentira, no hay cambio posible: no esperemos que Dios quiebre nuestra voluntad contra ella misma, nunca lo hará, no violara nuestro libre albedrío.

Ahora ¿cuál es la manera de proceder para cerrarle la puerta a una mentalidad corrupta como la citada anteriormente?

Para muchos el esfuerzo resultó y resultará vano, lo que les lleva a desánimo y al final abandono de la lucha. El problema es que no es una batalla contra un hábito, sino contra una mentalidad, una fortaleza tenebrosa en nuestra mente.

El asunto es que esta fortaleza, como toda estructura se edificó en un cimiento, que tenemos que identificar. 

Juan-bautista habla de “frutos” que se tienen que producir, por el arrepentimiento. Se sabe que un fruto procede de una planta, árbol, que extrae su alimento de la tierra dónde se encuentra. Es un analogía con el edificio y su cimiento, Jesús habló de la casa cimentada en roca o arena, y también de la semilla que cae en buena o en mala tierra.

Allí está nuestra decisión: ¿ en que cimiento queremos edificar, o en qué tierra queremos crecer ?

La única manera de poder edificar una fortaleza de incorruptibilidad en nuestra mente, es adoptar la de Cristo, como sugiere Pablo en 1 Corintios 2:16,

 "Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo".

Pero entonces, si tenemos la mente de Cristo ¿ porque todavía tenemos fortalezas de oscuridad ? 

Es porque tenemos la mente de Cristo a disposición y tenemos que “adoptarla” voluntariamente para derribar estas fortalezas.

De esto hablaba Juan a los hipócritas religiosos, porque ellos conocían perfectamente el proceso pero no tenían ninguna intención de entrar en ello, ya que no les convenía en su posición “elevada” en la sociedad e les conduciría a una humillación pública.

Si reconocemos que tenemos una(s) manera de pensar inadecuadas, y tomamos la resolución de erradicarlas, entonces hay posibilidad de victoria, PERO CUIDADO: 

Si solo es un proceso mental, aunque puede funcionar perfectamente, y eso se puede observar en la psicología, como solución a problemas del alma, NO ES NUNCA DEFINITIVO: o bien resulta en una dependencia a tratamientos sicológicos, o bien esa mentalidad oscura queda escondida y puede volver a salir con incluso más fuerza que antes.

Ahora si es un “pacto de confianza” con Dios que reposa en apoyarse en el Poder de Cristo, de manera continua, entonces esas mentalidades tenebrosas se encontrarán aplastadas por la mentalidad de Cristo, y sus conceptos reemplazarán los de la carne adámica, permitiéndonos tenerlos continuamente bajo Su Poder.

Aunque sea una buena noticia, porque la lucha contra el pecado no necesita ningún esfuerzo, sino una decisión de confianza en el poder redentor de Cristo, lamento tener que decir que es una posición continua que el creyente tiene que adoptar. Mientras esté en ese estado terrenal tendrá que depender del Amor redentor del Mesías en su vida.

Esto también lo mantiene es un estado de humildad frente al Creador, en la necesidad de confianza en Él en todo momento:

La lámpara del cuerpo es tu mirada; así que, si tu tu mirada es buena, todo tu cuerpo estará lleno de luz;  pero si tu tu mirada es maligna, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? (Mateo 6:22-23).

En ese pasaje, la palabra ojo ὀφθαλμός (ofdsalmós), se refiere a “manera de ver”, "concepts" ou "no al ojo literal, así que lo he traducido así en esa frase de Jesús.

Si pedimos a Dios recibir de continuo la mente de cristo, ninguna duda hay que la recibiremos. Pero no olvidemos que es un depósito que se tiene que llenar constantemente ya que la naturaleza caída del hombre siempre busca a tomar el paso sobre la naturaleza celestial que no es totalement alcanzada hasta ser transformados como el apóstol Pablo así bien lo expresa:

¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?  Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado. Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. (Romanos 7:24-25/8:1)

Personalmente lo entiendo como un acto de Amor de Dios hacia el hombre ya que ese debido a su naturaleza adámica caída, no puede permanecer unido a Él constantemente sin un lazo de dependencia. Esto no es un “chantaje” por parte de Dios, sino un abrazo necesario hacia quien lo quiera recibir, porque El nunca fuerza nuestra elección.