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¿Quién puede oír a Jesús?

Lucas 8: 1-16

 "Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes.

Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola:

El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno.

Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga. Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola? Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.

Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.

Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz."

He separado los versículos en parágrafos para resaltar las partes que ayudan a entender que nos quiere enseñar Jesús: primero tenemos que entender que no se puede, si queremos alcanzar la plenitud de su enseñanza, disociar  partes de su discurso. Tendremos que pasar de la numeración de líneas, y títulos de parágrafos (agregados al original) que no ayudan para nada a la búsqueda de conceptos de Reino. Únicamente sirven como índices que permiten clasificar y ordenar.

Lucas empieza por señalar que además de los doce, había mujeres: primer hecho descentrado de la cultura religiosa y social de su época, que no las admitía en su jerarquía religiosa, o discipulado. Luego señala orígenes sociales que no se mezclaban nunca: ex-prostitutas y otras de clase alta, nada menos que la esposa del intendente del rey. y por fin indica que le servían todas con sus bienes, cuando jamás un maestro habría aceptado discipulado y aún menos sustento feminino.

Con todo esto tenemos un revelador de la rotura de esquemas humanas que caracterizaba a Jesús. Seguiré por lo tanto esa esquema no centrándome en el contenido de la parábola, sino en lo que la rodea, y que en verdad está en un nivel más alto. Esto sigue el patrón de lo que anuncia Jesús: "pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.": Si queremos alcanzar la plenitud de su enseñanza tendremos que buscar más allá del camino superficial y mental y seguir la Revelación por el Espíritu.

Podríamos pensar que Jesús llega a ser injusto hablando a la mayoría de manera que ellos no entiendan, pero no pasemos por alto: "Hablando estas cosas, decía a gran voz (eso es gritando): El que tiene oídos para oír, oiga. ". ¿ A qué viene esto ? pues le indica que tienen que "tener oídos" es decir disponer su entendimiento. cuando dice: "Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz." parece no tener relación con el contenido de las parábolas, pero si lo tiene con lo que dicho anteriormente:  nadie (cristo menos)  esconde la revelación (la luz) , sino que la pone en alto. Las parábolas no son excluyentes, sino un incentivador a buscar la revelación.

Muchos seguían a Jesús por todas partes, ciudades enteras, movidas por las señales de poder que producía, pero solo algunos estaban constantemente con Él, porque aunque tampoco comprendían todo lo que decía, intuían que sus palabras eran más importante que todo para sus vidas. Hasta estas mujeres ponían en peligro su posición social al juntarse con Él, y servirle, y los demás como dijo Pedro poco antes de Getsemaní, " todo lo hemos dejado para seguirte" (Mateo 19:27).

Lo que produce oídos espirituales, necesarios para primero "oír" las palabras espirituales, es el tener como necesidad más alta, estar con Jesús, seguirle aunque no entendamos casi nada en principio, pero si comprendamos que es Vida o Muerte, con mayúsculas porque es vida o muerte espiritual. Jesús es la Gran Luz puesta en alto sobre las naciones, y quién quiera verla la vera. No se esconde. Gandhi dijo con mucha razón: "Rehuso creer que existe ahora, o que haya existido en el pasado, una persona que nunca haya sido influida por los ejemplos de Jesús, aun sin darse cuenta. Las vidas de todas las personas han quedado más o menos cambiadas por su presencia, por sus acciones y por las palabras pronunciadas por su voz divina. Yo creo que Jesús pertenece no sólo al cristianismo, sino al mundo entero, a todas las razas y a todos los pueblos."

Imaginense si prestamos atención a las palabras de Jesús, y empezamos a seguirle, seremos capaces de influir en nuestro entorno como nunca podríamos imaginarlo, pero para esto hay que también ponerlas en práctica:

"Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían llegar hasta él por causa de la multitud.Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen." (Lucas 8:19-21)

Otra vez rompe Jesús esquemas, y rechaza la preferencia familiar. Cuan gran mujer era Myriam (María) la madre carnal de Jesús para merecer tan alto privilegio, sin embargo, por lo menos hasta la cruz y la resurrección no comprendió la necesidad de abandonar su estatuto de madre y ser discípula. Como ocurrió con su primo Juan bautista. Si oímos y además hacemos las palabras del Maestro, entonces empezamos a formar parte del Reino de Dios.

Muchos siguen a religiones, aún cristianos, pero se limitan a seguir hombres y doctrinas, tradiciones y pretender acudir a las escrituras con algún favor eclesiástico, incluso familiar, pero jamás tendrán oídos para oír y menos podrań ser discípulos de Cristo.